domingo, 3 de julio de 2011

El cerdo que se llamaba Stefano

Te daba una sensación extraña. Algo que en nuestros tiempos casi no se experimenta, esperanza, si, eso era. Caminas por la calle y lo único que observas es violencia, pero cuando todos voltearon hacia arriba y lo observaron, nos lleno de felicidad, ya que, si eso que sucedió era posible, todo lo demás también. Muchos dirán, no es la gran cosa, pero si lo fue, no por el hecho de que el evento desafiaba la mayoría las leyes naturales, si no porque era la prueba inequívoca que todo es posible, aun no se sabe, se esta analizando el hecho, cámaras, muchos ángulos, un granjero que dice que salió de su granja, análisis químicos, todo.
Los niños eran felices y los adultos volvieron a ser niños, los desahuciados recuperaron vitalidad, los que sufrían se recuperaron un poco, los que no creían comenzaban a creer, en definitiva, el mundo mejoro considerablemente después de lo sucedido.
Aunque también debo decir que una vez visto eso, ya no parece tan increíble como la primera vez, pero así sucede con todo.
Si, tienes razón, aun no digo que sucedió, bueno, en realidad es simple, lo que sucedió fue que la ciudad entera vio como un cerdo, si ya saben, rosas, cola retorcida, grandes y gordos, la ciudad vio como este cerdo de nombre Stefano volaba sobre la ciudad, si, le habían nacido un par de alas y volaba sobre todos, de ves en cuando arrojando mierda, supongo que sabia que sobre la tierra circula mucha de ella, así que no vio el problema de tirar un poco mas.

lunes, 25 de abril de 2011

Envidia

Erase una vez un hombre, un hombre de esos que abundan en la tierra pero debido a su manera de ser, se mantienen en el anonimato. Erase una vez ese hombre que la vida lo golpeaba tanto y cada vez que se levantaba todos le decian estupido. Un hombre que soportaba miles de problemas y todos los dias te recibia con una sonrisa.
Envidio a ese hombre.
Fin.

domingo, 3 de abril de 2011

La caja.

Se encontraba la caja mirando a la gente,
un día común, ni muy frío ni muy caliente.

El mundo corría muy precipitado,
escuchaba sus pasos de lado a lado.

Nadie notaba a la caja inerte,
todos fingiendo llevar alta la frente.

La caja escuchaba, la caja reía,
la caja miraba, el sol de cada día.

Pateada por unos, orinada por otros,
escupida por mundos que no miraban sus ojos.

Contenedora de basura, poseedora de secretos,
gozaba la caja, de no poseer sus defectos.

Lluvia citadina, que el cielo lanzó,
las calles mojadas y la caja murió.

Finalmente en sus ruinas, podía pensar,
que bueno ser caja, y no un animal.

sábado, 27 de noviembre de 2010

pesadilla ligera

Hoy, mientras dormía escuché unos leves canturreos. Al parecer eran niños. Muy lejos a la realidad, las voces se hacían cada vez más intensas. En algún momento vino a mi mente el recuerdo de algunos cantos gregorianos a los que siempre temí, y desperté de golpe en medio de la oscuridad.

Recuerdo que al levantarme, no pude ver nada mas que los más simples contornos de mi habitación iluminados por la tenue luz roja de mi despertador marcando 4:15 a.m. Intenté palmar a ciegas el encendedor que recordé había dejado sobre el peinador antes de dormir mientras fumaba un cigarrillo, pero mis torpes y entumecidas manos por el frío no lo encontraron, me levanté y rodeé la cama para encender la luz de la habitación pues el susto de lo que creí había sido una pesadilla no había pasado del todo. Mientras sentía la pared que tocaba mi palma buscando el apagador para iluminar la oscura habitación, noté una extraña y espesa sustancia en la pared, algo de aspecto mucoso y pegajoso que no podía desprender de mi mano. Entonces, sin aún haber encendido la luz, noté como la habitación se iluminaba con una pequeña luz amarillo tenue que no estaba antes ahí, entonces tampoco pude visualizar mi cama, muebles, ni los objetos que sabía que se encontraban en mi recámara, sino que más bien... parecía un especie de ático de madera sin muebles, y yo estaba en medio de él, sin comprender lo que sucedía.

El miedo y el frío me entorpecían, y para entonces la extraña mezcla negra pegajosa había desaparecido de mi brazo. Me quedé observando al vació, esperando encontrar una respuesta lógica a lo que sucedía, pero nada parecía real, yo estaba completamente segura de haber dormido en mi habitación la noche anterior, de haber fumado un cigarrillo y dejado en la cómoda, de haberle dad las buenas noches a mi madre y . . . -Los cantos infantiles interrumpieron mis pensamientos- -Estaban de nuevo ahí- Pero ésta vez, no sentí miedo, tan solo un poco de confusión. De pronto, aparecieron un grupo de niños que caminaban en fila y por estatura cantando aquellos cantos que me aterraban, y que al mismo tiempo recordaba de algún lugar.

Al observar las caras de los pequeños, todos me parecieron conocidos, pero ¿de dónde?. -¡Es ella señor, es ella! -Gritaban los niños entusiasmados a la sombra de un anciano que se acercaba mientras entraba por donde los niños habían entrado antes. Entonces un viejo canoso y delgado con bordón me observó fijamente de pies a cabeza e hizo tres fuertes golpeteos con el borde metálico de su bordón contra la madera tibia de aquél ático. -Al verle la cara, lo reconocí de algún lugar, sabía que lo conocía, pero no recordaba de dónde. -Al escuchar los tres golpes del bastón y la madera todos los niños corrieron sin parar haciendo dos filas paralelas mirándose de frente, y dos niños pequeños me tomaron de las manos incluyendome a lo que parecía un juego.

Los niños reían, y bromeaban, y entonces yo me di cuenta que habían crecido, pero sus rostros eran iguales -Yo volví a ser niña- (me corregí), Fue entonces que los niños comenzaron a cantar aquél canto tenebroso que yo también me sabia, y jugamos a lo que consistía el juego acompañado de aquél canto, y los ojos del señor Cristobal que hasta entonces recordé. Era un viejo director del jardín de niños al que pertenecí en mi infancia, el viejo que se había suicidado al morir su único nieto que había ingerido petróleo a los 4 años de edad. Todos los demás niños eran mis compañeros de clase. Por un momento la inocencia que ahora tenía al volver mi cuerpo al de una pequeña, me permitió alegrarme de que el viejo Cristobal estuviera vivo, y de volver a ver a mis compañeros. Jugamos un rato, y nos divertimos, por alguna razón nadie respondía mis preguntas, lo único que podían decirme eran sus nombres incluidos en la canción tenebrosa:

-Lalará, yo Dennise. -Lalaralí, yo Arturo, ella Dennise. -Lalaralilú, él arturo, ella Dennise, yo Germán, Lalaralilulé.

Entonces, poco antes de que siguiera mi turno de concluir la canción por ser la última de la fila, el viejo Cristobal se dejó caer de cuclillas, y todos los niños corrieron a los bordes del ático mientras gritaban y lloraban, intentando alejarse lo más posible de él, dejándolo en medio de la habitación. A mi me dio lastima el estado del viejo, y me acerqué a él, lo toqué por la espalda e intenté ayudarlo sin hablar, mientras los niños me observaban aterrados. Y me di cuenta de que nuevamente era yo, de mi edad actual, y no la pequeña de 5.

Observé una sombra que se acercaba por unas escaleras, los niños habían desaparecido sin que pudiera darme cuenta, y sentí nostalgia por un instante. Yo intenté levantar al viejo, pero su piel estaba tan rígida que me fue imposible siquiera moverlo, mientras la sombra de lo que parecía ser un niño seguía acercándose. Finalmente el niño llegó, se acercó a nosotros, sus rizos negros le contorneaban el rostro. A mi me flaquearon las piernas, y me arrastré como pude hasta el borde de la pared, observando la escena aterrada sin la posibilidad de gritar. -Era su nieto muerto- El pequeño niño tocó con una de sus manos el hombro del viejo, y solo así consiguió que éste volteara hacia él, se miraron fijamente, y el viejo comenzó a llorar. Yo desde mi oscuro rincón, vi como los rizos negros del pequeño crecían ante mis ojos, y con un gran esfuerzo de agudizar mi vista, noté que no eran sus rizos lo que crecía, sino que de su cabeza empezaba a brotar petróleo que a los pocos segundos cubrió su rostro, su ropa, y su cuerpo, observé cómo esta sustancia pegajosa recorría por sus pies y le elevaba sobre el bastón del viejo, como si quisiera consumirlo también, el pequeño entonces abrazó a su abuelo, hasta que el líquido espeso cubrió por completo la figura de ambos delineando dolo sus facciones, hasta que el líquido dejó de brotar.

Entonces la figura negra en medio de la habitación, se quedó inmóvil unos cuantos segundos, mientras yo lo observaba petrificada antes de intentar huir, pero al mínimo movimiento que pude hacer, noté como la figura se volvía hacia mi, observandome, y comenzaba a acercarse lentamente hacia donde yo me encontraba, y pudriendo cada objeto que tocaba a su paso.

Las fuerzas llegaron a mi con la misma rapidez que con la que habían desaparecido los niños de la habitación y corrí, corrí como nunca había corrido, bajé las escaleras saltando de cuatro a cinco escalones, y entonces me encontré en mi habitación inicial, encendí la luz, y vi la mancha negra que antes había tocado, pero esta vez también la había pisado, entorpeciendo mis pasos al pegarse mis calcetas al suelo negro. Corrí, o al menos eso intentaba, y llegué a la puerta trasera de mi habitación, ésta conducía hacia unas escaleras que me llevaron a la calle. Pero antes de salir cerré la puerta con llave, temiendo que pudiera salir la "cosa" que me seguía.

Corrí descalza hasta la calle, y observé gente caminando en la avenida, por un momento quise acudir a ellos, gritar, pedir ayuda, pero también noté algo extraño en su caminar. Y entre las sombras, y a lo lejos visualicé como ellos también estaban cubiertos de esa espesa sustancia negra, y me volví, abrí el barandal de mi casa, entré corriendo torpemente, abrí la puerta de mi casa, e intenté refugiarme con mi madre. Corrí hacia su habitación, me metí entre sus cobijas y la abracé fuertemente, a su vez sentí como ella correspondió mi abrazo mientras decía entre sueños -lo sé, lo sé, ya todo está bien. Acarició mi cabello y dormí profundamente.

Al despertar, de lo que creí había sido una pesadilla, aún estaba en la habitación de mi madre.

lunes, 4 de octubre de 2010

Entendimiento

¿no entiendo por que las personas son asi?

¿no entiendo por que la felicidad depende de otro?

¿no entiendo por que mi felicidad depende de ella?

¿no entiendo por que antes no le hablaba y ahora no estoy tranquilo si no le hablo?

¿no entiendo por que cuando la veo mi corazon se acelera?

¿no entiendo por que se detiene cuando la veo con otro?

¿no entiendo por que no estoy tranquilo si no la veo?

¿no entiendo por que no puedo olvidarla, si yo se que nunca sucedera nada?

¿no entiendo por que no la puedo sacar de mi cabeza despues de tanto tiempo?

¿no entiendo por que cuando estoy con una mujer no puedo evitar pensar en ella?

¿no entiendo por que sonrio cuando la veo caminar?

¿no entiendo por que sus ojos son tan bellos?

¿no entiendo por que se ve hermosa aunque acabe de despertar?

¿no entiendo por que antes escribia por gusto y ahora escribo por ella?

¿no entiendo por que me dicen que me sienta feliz por lo que he hecho, per aun asi no puedo sentirme feliz?
no entiendo nada respecto a ella, pero solo entiendo algo, yo, como ser humano, puedo generar un 50% de mi felicidad, el otro 50% lo genera ella.
Ahora se que ya no tengo nada que hacer, nada que ganar, nada que perder.
A veces pienso que te puedo perder, pero luego digo, ¿como perder lo que nunca he ganado? y aun asi me siento mal y por primera vez en mi vida, desearia regresar el tiempo, por primera vez, como sea, todos dicen, "mañana sera un nuevo dia" yo digo"si, pero sera uno muy nublado, demasiado como para ver la luz del sol"
Tu felicidad me deja en conflicto, ya que, yo no causo esa felicidad, yo no soy el motivo de esa felicidad.
El tiempo pasa, pasa, pasa, pero tu no, de todas maneras, ojala y seas feliz.

sábado, 25 de septiembre de 2010

indeseable

Otra vez soñé lo mismo,

Desperté y observe

Que no seguís aquí

Y descubrí que no lo fue

No era un simple sueño,

Simplemente me detuve

Y mire al lado izquierdo

Y mire un vacio en mi corazón

El cual te reflejaba

Pero nunca te alcanzaba

martes, 7 de septiembre de 2010

..

"La lluvia allí estaba, aunque tu parecías no notarla. Te abracé fuerte, fuerte, muy fuerte, como si en cualquier momento fueras a desaparecer, como si te fueras a convertir en arena, para desvanecerte en mis brazos y mezclarte con toda la materia del mundo, y volar, volar por toda la ciudad, volar por los cielos, volar con los vientos, volar danzando con la lluvia, volar hasta llegar al mar.


Pero seguías allí, y yo sólo me aferraba a ti, con mi eterna nostalgia y melancolía, cerraba los ojos muy fuerte, como si eso me fuera a ayudar a contener las lágrimas, no sabía ni el por qué de mi tristeza, memorizaba tu olor, quería que ese momento durara para siempre, para que yo no tuviera que apretar mis brazos, fuerte, como cada noche, antes de dormir..."