miércoles, 25 de agosto de 2010

Perfección absoluta.

Hace tan poco tiempo que nos conocemos, son tan pocas veces las que entablamos una conversación decente, aún menos hemos hablado frente a frente y aún siendo así bastó una vez primera para quedar atrapados en nuestras mentes.

Cómo ignorar lo que siempre fue, como evitar lo que queremos ser, como sentir sin poder ver y como creer sin aún crecer.

Estas aquí aun estando lejos, estoy en ti aun no siendo tuya, estas por mi en un mundo paralelo y estoy sin ti en la penumbra.

Amistad es lo que creo, amistad no es lo que pienso, si pudieses entender porqué no puede ser.

Te invito hoy amigo a dar un paseo por mi mente, sígueme, camina conmigo, alejemonos del presente.

Sabes cuanto te admiro, no por la fama y no por tu gente, sino por lo que hay dentro de ti, por lo que me dices, crees y sientes.

Hay gente que cree saber, hay gente que sabe creer, hay gente que dice ser, y hay gente que solo es lo que es.

Un perfeccionista de primera, un todo, no un cualquiera, un héroe de novela, el sol de mi primavera.

Amistad infinita, es lo que ofrecemos, ¿por miedo al rechazo o porque no nos atrevemos?.

martes, 17 de agosto de 2010

Constancia

La única cosa constante en la vida,
Es el descubrimiento,
Siempre, cada día descubres algo nuevo,
Descubrí el amor, y el desamor,
Descubrí el dolor,
Ese que parece que te va a matar,
Descubrí como un simple te amo,
Puede revivir a alguien o hundirlo más en la tierra,
Descubrí como un simple no,
Puede hacer añicos el corazón,
Descubrí que la gente nunca es como aparenta,
Y el dolor que eso trae consigo,
Descubrí que la tristeza habita en mi corazón,
La mayor parte del tiempo me acecha,
Pero,
También,
Descubrí que todas las puertas que estaban cerradas,
Al siguiente día abrirán, incluso las ventanas abrirán,
Descubrí que todo el dolor, lo olvidare,
Descubrí que tu, que nunca me amaste,
Ya no valdrás para mí por que alguien más me amara,
Que no me tengo que preocupar por eso,
Descubrí que si algún día quería morir,
Al siguiente ya no,
Descubrí que te quiero,
Descubrí que no me importa si tu no,
Pero sobre todas las cosas,
Descubrí,
Descubrí que mañana será un nuevo día,
Y será tan fantástico y alegre,
Que la tristeza y el dolor de hoy, han comenzado a irse,
Hace tiempo que no sonreia tanto.

sábado, 14 de agosto de 2010

Mentes siniestras parte 1 (cap.2)

SEGUNDA PARTE

Un sábado al anochecer Erika caminaba lentamente por los callejones del centro de su ciudad, observaba cansada las enormes bodegas que seguían en aquella calle infinita, caminó hasta agotarse y decidió sentarse en la banqueta de la calle desierta a fumar un cigarrillo.

Desesperada de que nada sucediera durante poco más de 40 minutos decidió hacer una llamada a casa, le informó a Damián (su hermano) que llegaría un poco tarde ya que había gastado todo el dinero en prendas y tomaría un autobús. Damián le pidió que tomara un taxi para que él pudiera pagarlo en casa, pero Erika solo rodeaba la petición de su hermano y mantuvo una conversación poco importante hasta que algo terrible sucedió. . .

Cuando menos se lo imaginaba, una camioneta a gran velocidad se acercó hacia donde se encontraba ella, un sujeto alto la apuntó con un arma mientras bajaba del vehículo y le ordenó subir al auto, ella gritó para que pudiera escucharla su hermano a través de la bocina, mientras que otro de los hombres que se encontraban dentro de la camioneta la tomó por el cabello y la obligó a subir mientras la hacía inhalar una sustancia en un paño, que la dejó rotundamente dormida en menos de cinco minutos. El teléfono celular había caído a un costado de la calle intacto y aún con Damián en la línea.

La impotencia que sentía su hermano al no poder hacer nada, al escuchar lo ocurrido y al no saber en donde se encontraba ahora, lo obligó a salir inmediatamente de su hogar a buscarla, ignorando el informar a su familia o policía antes de que pudiera estar seguro de algo.

Buscó por horas en la calle que ella había estado antes, sin encontrar pista alguna y esasperado se dejó caer al piso mientras cubría con sus manos su rostro mojado. Al levantar la mirada, desolado, marcó nueva mente el número de Erika esperando que llevara el celular consigo, o en un peor caso, que lo contestaran sus secuestradores, pero algo más estremecedor que ello, fue deslumbrar una luz tenue entre la maleza de un jardín en medio de la oscuridad de la noche; se acercó lentamente mientras seguía marcando el número y al estar ante aquella luz reconoció al instante el celular de Erika.

Damián recogió el teléfono y se enjugó las lágrimas, buscó desesperadamente algo, un número, una llamada, cualquier dato, pero solo encontró un mensaje nuevo, era de un pretendiente de Erika. Ella nunca le dio la importancia que el muchacho se merecía, pues la trataba exageradamente bien e incluso aguardó años enteros rogándole que aceptara ser algo más que solo su amiga.

Damián sabía todo esto porque siempre fue muy unido a Erika, ella le confiaba sus asuntos y viceverza, tenían mucha comunicación entre sí. Y el también sabía la verdadera razón del rechazo de Erika hacia Julián (su pretendiente). Erika siempre lo rechazaba por ser mucho menos interesante que los demás, demasiado atento para su gusto, nada extrovertido y poco sociál. En cambio Erika era una chica de 22 años que disfrutaba ampliamente el salir a fiestas, llegar tarde, ingerir alguna bebida, pero siempre bajo el cuidado de su hermano, que a la vez se divertía con ella.

-Ya se donde estás, paso por ti en cinco minutos -Decía el mensaje.

Damián se alarmó y comenzó a notar que el mensaje había sido enviado siete minutos antes de que la llamada de Erika se registrara en su celular cuando le informó que llegaría un poco tarde.

No podía comprenderlo, Julián era el tipo de hombre que no mataría una mosca -pensó- el chico pacifista extremadamente noble. No podría haber sido él, pues Julián era demasiado bueno, y demasiado "tonto" como para poder hacerlo. Mas sin embargo, a pesar de su patético estado físico y de su notoria nobleza también era increíblemente inteligente. Lo que le hizo pensar a Damián que quizás sí lo había hecho el, por venganza, por rencor, porque ella jamás lo trató como persona y el jamás dejó de amarla.

Una enorme ira recorrió el cuerpo de Damián, subió a su coche y condujo a gran velocidad hacia la casa de Julián. Al llegar al lujoso hogar abrió la reja sin respeto alguno por la familia de éste, atravesó el enorme jardín pisoteando las gardenias y al llegar a la puerta comenzó a gritar el nombre de julián desesperadamente al mismo tiempo que golpeaba la madera.

Una mujer con voz quebrada pidió que se alejaran, que le regresaran a su hijo, que si no cumplían con su palabra llamaría a la policía.

Damián jamás había estado tan confundido como en aquél momento. Así que se tranquilizó, y le hizo saber a la madre de Julián que se trataba de él, el hermano de Erika.

La señora temerosa abrió la puerta y al reconocerlo sollozó en sus brazos, lo abrazó como para consolarse a sí misma sin poder contener su llanto.

Damián se estremeció y se disculpó por haberle causado aquel susto, pero ella solo se negaba con la cabeza mientras le besaba la mejilla. Entonces lo invitó a pasar.

-Han secuestrado a mi hijo -dijo la señora Amanda-.
-Damián no sabía que pensar, no sabía si realmente ella podría estar segura, tal vez había tenido la suerte que él no tuvo al recibir la llamada de los secuestradores de su hijo, o tal vez.... el "geniesito" lo había planeado todo. Pero por respeto a la señora Amanda no mencionó una sola palabra y la dejó continuar.

-Ayer, poco antes del anochecer mi Julián dijo que iría a la casa de uno de sus amigos del colegio para terminar de armar el robot que utilizarían para el concurso del lunes, está en las semifinales y solo por eso le permití salir de casa tan tarde, eran las 7 p.m. cuando besó mi mejilla y me dijo que no tardaría más de tres horas, que no me preocupara. Así que apenas le dí mi bendición y una vez que se había marchado activé la alarma de mi reloj a las 10:00 p.m. para saber cuando mi Julián regresaría. Finalmente, me quedé dormida en el sofá esperándolo. Mi taza de café se había terminado, la alarma sonó y me preocupé muchísimo de que la hora indicada hubiese pasado, él siempre es muy puntual, a veces podría llegar dos minutos antes, pero jamás dos minutos tarde. Así que ignorando la ansiedad incontrolable que sabía que me probocaría, tomé otra taza de café. Esperé y esperé mucho, ya habían pasado diez minutos después de las diez. Y comprendí que algo horrble le había ocurrido a mi niño. Tal como lo sospeché, ese día, no regrezó a casa.
Unos hombres me llamaron hoy muy temprano. Me dijeron que tenían a mi hijo, me pidieron anotar una serie de números para que depositara a una cuenta medio millón de pesos en ésta semana si quería volver a ver a mi Julián. Claro que lo hice, al instante que colgué el teléfono me dirigí al banco y deposité el dinero sin titubear. Pero mi hijo aún no está aquí.-

Damián rabiaba de coraje, hubiera podido destruír el hogar de la señora Amanda si ella no estuviera tan destrozada. Jamás se había sentido tan impotente.

Ahora estaba seguro de que él era quien tenía a su hermana, pues de otra manera no hubiera podido ser secuestrado un viernes por la noche y haberle enviado el mensaje a Erika un sábado por la tarde.

sábado, 7 de agosto de 2010

El vacío me había llenado desde el día anterior.
Pero mi humor cambió cuando me asomé por la ventana,
"Genial, lluvia intensa" Susurré al aire, abrí la ventana y sentí las gotas en mi cara, cambiando la textura de mi cabello, y escuché ese estruendo, ese ruido que me encantaba y me tranquilizaba tanto: Los truenos y la tormenta.
"Una tormenta así de bella no es lo mismo sin alguien que la aprecie a tu lado" le dije al viento, y suspiré, me acosté en el piso, frío y gris, tan cómodo.
"Al diablo, no necesito quien me abrace y me quite el frío para enamorarme de ésta única tormenta, los besos bajo la lluvia son sólo un cliché, el amor está sobrevalorado, puedo continuar yo sola" dije, ahora en mi tono normal de voz.
Sabía que una pequeña parte de lo que acababa de decir no era verdad, pero igual trato de creerlo. Nada como una tarde lluviosa y un buen café, acompañado de buena música, eso y nada màs. "Disfrutaré de los truenos, ya sea contigo o sin ti" exclamé sonriendo.