SEGUNDA PARTEUn sábado al anochecer
Erika caminaba lentamente por los callejones del centro de su ciudad, observaba cansada las enormes bodegas que seguían en aquella calle infinita, caminó hasta agotarse y decidió sentarse en la banqueta de la calle desierta a fumar un cigarrillo.
Desesperada de que nada sucediera durante poco más de 40 minutos decidió hacer una llamada a casa, le informó a
Damián (su hermano) que llegaría un poco tarde ya que había gastado todo el dinero en prendas y tomaría un autobús.
Damián le pidió que tomara un taxi para que él pudiera pagarlo en casa, pero
Erika solo rodeaba la petición de su hermano y mantuvo una
conversación poco importante hasta que algo terrible sucedió. . .
Cuando menos se lo imaginaba, una camioneta a gran velocidad se acercó hacia donde se encontraba ella, un sujeto alto la apuntó con un arma mientras bajaba del vehículo y le ordenó subir al auto, ella gritó para que pudiera escucharla su hermano a través de la bocina, mientras que otro de los hombres que se encontraban dentro de la camioneta la tomó por el cabello y la obligó a subir mientras la hacía inhalar una sustancia en un paño, que la dejó rotundamente dormida en menos de cinco minutos. El teléfono celular había caído a un costado de la calle intacto y aún con
Damián en la línea.
La impotencia que sentía su hermano al no poder hacer nada, al escuchar lo ocurrido y al no saber en donde se encontraba ahora, lo obligó a salir
inmediatamente de su hogar a buscarla, ignorando el informar a su familia o policía antes de que pudiera estar seguro de algo.
Buscó por horas en la calle que ella había estado antes, sin encontrar pista alguna y
esasperado se dejó caer al piso mientras cubría con sus manos su rostro mojado. Al levantar la mirada, desolado, marcó nueva mente el número de
Erika esperando que llevara el celular consigo, o en un peor caso, que lo contestaran sus
secuestradores, pero algo más estremecedor que ello, fue deslumbrar una luz tenue entre la maleza de un jardín en medio de la oscuridad de la noche; se acercó lentamente mientras seguía marcando el número y al estar ante aquella luz reconoció al instante el celular de
Erika.
Damián recogió el teléfono y se enjugó las lágrimas, buscó
desesperadamente algo, un número, una llamada, cualquier dato, pero solo encontró un mensaje nuevo, era de un pretendiente de
Erika. Ella nunca le dio la importancia que el muchacho se merecía, pues la trataba
exageradamente bien e incluso aguardó años enteros rogándole que aceptara ser algo más que solo su amiga.
Damián sabía todo esto porque siempre fue muy unido a
Erika, ella le confiaba sus asuntos y
viceverza, tenían mucha
comunicación entre sí. Y el también sabía la verdadera razón del rechazo de
Erika hacia
Julián (su pretendiente).
Erika siempre lo rechazaba por ser mucho menos interesante que los demás, demasiado atento para su gusto, nada extrovertido y poco
sociál. En cambio
Erika era una chica de 22 años que disfrutaba ampliamente el salir a fiestas, llegar tarde, ingerir alguna bebida, pero siempre bajo el cuidado de su hermano, que a la vez se divertía con ella.
-Ya se donde estás, paso por ti en cinco minutos -Decía el mensaje.
Damián se alarmó y comenzó a notar que el mensaje había sido enviado siete minutos antes de que la llamada de
Erika se registrara en su celular cuando le informó que llegaría un poco tarde.
No podía
comprenderlo,
Julián era el tipo de hombre que no mataría una mosca -pensó- el chico pacifista
extremadamente noble. No podría haber sido él, pues
Julián era demasiado bueno, y demasiado "tonto" como para poder hacerlo. Mas sin embargo, a pesar de su patético estado físico y de su notoria nobleza también era increíblemente inteligente. Lo que le hizo pensar a
Damián que quizás sí lo había hecho el, por venganza, por rencor, porque ella jamás lo trató como persona y el jamás dejó de amarla.
Una enorme ira recorrió el cuerpo de
Damián, subió a su coche y condujo a gran velocidad hacia la casa de
Julián. Al llegar al lujoso hogar abrió la reja sin respeto alguno por la familia de éste, atravesó el enorme jardín pisoteando las gardenias y al llegar a la puerta comenzó a gritar el nombre de
julián desesperadamente al mismo tiempo que golpeaba la madera.
Una mujer con voz quebrada pidió que se alejaran, que le regresaran a su hijo, que si no cumplían con su palabra llamaría a la policía.
Damián jamás había estado tan confundido como en aquél momento. Así que se tranquilizó, y le hizo saber a la madre de
Julián que se trataba de él, el hermano de
Erika.
La señora temerosa abrió la puerta y al reconocerlo sollozó en sus brazos, lo abrazó como para consolarse a sí misma sin poder contener su llanto.
Damián se estremeció y se disculpó por haberle causado aquel susto, pero ella solo se negaba con la cabeza mientras le besaba la mejilla. Entonces lo invitó a pasar.
-Han secuestrado a mi hijo -dijo la señora
Amanda-.
-
Damián no sabía que pensar, no sabía si realmente ella podría estar segura, tal vez había tenido la suerte que él no tuvo al recibir la llamada de los
secuestradores de su hijo, o tal vez.... el "
geniesito" lo había planeado todo. Pero por respeto a la señora
Amanda no mencionó una sola palabra y la dejó continuar.
-Ayer, poco antes del anochecer mi
Julián dijo que iría a la casa de uno de sus amigos del colegio para terminar de armar el robot que utilizarían para el concurso del lunes, está en las semifinales y solo por eso le permití salir de casa tan tarde, eran las 7 p.m. cuando besó mi mejilla y me dijo que no tardaría más de tres horas, que no me preocupara. Así que apenas le dí mi bendición y una vez que se había marchado activé la alarma de mi reloj a las 10:00 p.m. para saber cuando mi
Julián regresaría. Finalmente, me quedé dormida en el sofá esperándolo. Mi taza de café se había terminado, la alarma sonó y me preocupé muchísimo de que la hora indicada hubiese pasado, él siempre es muy puntual, a veces podría llegar dos minutos antes, pero jamás dos minutos tarde. Así que ignorando la ansiedad
incontrolable que sabía que me
probocaría, tomé otra taza de café. Esperé y esperé mucho, ya habían pasado diez minutos después de las diez. Y comprendí que algo
horrble le había ocurrido a mi niño. Tal como lo sospeché, ese día, no
regrezó a casa.
Unos hombres me llamaron hoy muy temprano. Me dijeron que tenían a mi hijo, me pidieron anotar una serie de números para que depositara a una cuenta medio millón de pesos en ésta semana si quería volver a ver a mi
Julián. Claro que lo hice, al instante que colgué el teléfono me dirigí al banco y deposité el dinero sin titubear. Pero mi hijo aún no está aquí.-
Damián rabiaba de coraje, hubiera podido
destruír el hogar de la señora
Amanda si ella no estuviera tan destrozada. Jamás se había sentido tan impotente.
Ahora estaba seguro de que él era quien tenía a su hermana, pues de otra manera no hubiera podido ser secuestrado un viernes por la noche y haberle enviado el mensaje a
Erika un sábado por la tarde.