Mascara rosa
-
Te quiero no por quien eres sino por quien soy cuando estoy contigo.
En este punto de mi vida no sabría decirte si te quiero o no. Cada dia que
pasa me doy...
domingo, 25 de abril de 2010
Odisea
Un viaje alrededor del sol, incluso, un viaje alrededor del universo, no se comparan con un viaje alrededor del sonido de tu voz.
jueves, 8 de abril de 2010
Semi-Dios
Una suave brisa, fresca, suave brisa. Un perro, café, busca algo, no se que busca, siquiera si en realidad busca algo, quizá solo pasea.
3 jóvenes caminan, quizás sean amigos, quizás no.
Una gaviota, volando bajo, el sol, tibio, reconfortante, un clima apacible, excelente para un día de clases normal en la preparatoria. Tranquilo, tan tranquilo, que asusta. Tengo un mal presentimiento, es extraño, siento que algo no anda bien, no se lo que es, ¡RAYOS! Me molesta no saberlo.
Un joven de camiseta negra se acerca a mi, cabello largo, de aspecto algo tonto, siento que me hablara. Lo hace.
-Buenos días.- dijo el.
-Buenos días.- respondí, vaya forma tan estúpida de saludar, que extraño.
-¿Haz visto a -------?- pregunto.
-Por allá, cerca del campo de futbol.- y señale un par de palmas que se encontraban a un lado de la cancha, aunque, no recuerdo haberla visto antes.
Me levante y seguí al joven, me parece familiar, muy familiar, lo conozco y no se de donde. A medida que nos acercamos a la palma descubro nuevas cosas, un gran salón, con muchas computadoras, 3 arboles y caminando hacia la derecha se alcanza a ver la cancha de baloncesto.
Me acerco al joven y me parece aun mas familiar, entonces, me doy cuenta de algo. Soy yo. 3 mujeres se encontraban sentadas en el césped, platicando cosas que no escucho porque no me interesan. No me importan, lo único que me interesa es, ¿Por qué estoy aquí y estoy allá? ¿Por qué? No lo se y me da miedo saberlo. Me acerco a las mujeres, una sonríe a mi otro yo, le sonríe, me sonríe, pero ese de enfrente soy yo y también no lo soy, por eso se siente tan raro, descubrí que yo no era yo y también lo soy, pero el de enfrente también era yo y a la vez no.
Un gran monstruo, negro como la noche, se me aparece.
-No eres nadie y a la vez eres todo.-
-¿Por qué?-
-Por que eres el amo de tu universo, creaste un universo para ti solo pero no lo puedes disfrutar por que tienes que mantenerlo, tienes que sufrir para la eternidad, siempre sufriendo. Ser todo y nada.-
Me despierto agitado, sudando, todo había sido un sueño.
-¿Qué tienes?- me pregunto -------.
-Solo una pesadilla.-
-¿Qué era?-
-Un universo donde no podía estar contigo.-
Y volvimos a dormir.
3 jóvenes caminan, quizás sean amigos, quizás no.
Una gaviota, volando bajo, el sol, tibio, reconfortante, un clima apacible, excelente para un día de clases normal en la preparatoria. Tranquilo, tan tranquilo, que asusta. Tengo un mal presentimiento, es extraño, siento que algo no anda bien, no se lo que es, ¡RAYOS! Me molesta no saberlo.
Un joven de camiseta negra se acerca a mi, cabello largo, de aspecto algo tonto, siento que me hablara. Lo hace.
-Buenos días.- dijo el.
-Buenos días.- respondí, vaya forma tan estúpida de saludar, que extraño.
-¿Haz visto a -------?- pregunto.
-Por allá, cerca del campo de futbol.- y señale un par de palmas que se encontraban a un lado de la cancha, aunque, no recuerdo haberla visto antes.
Me levante y seguí al joven, me parece familiar, muy familiar, lo conozco y no se de donde. A medida que nos acercamos a la palma descubro nuevas cosas, un gran salón, con muchas computadoras, 3 arboles y caminando hacia la derecha se alcanza a ver la cancha de baloncesto.
Me acerco al joven y me parece aun mas familiar, entonces, me doy cuenta de algo. Soy yo. 3 mujeres se encontraban sentadas en el césped, platicando cosas que no escucho porque no me interesan. No me importan, lo único que me interesa es, ¿Por qué estoy aquí y estoy allá? ¿Por qué? No lo se y me da miedo saberlo. Me acerco a las mujeres, una sonríe a mi otro yo, le sonríe, me sonríe, pero ese de enfrente soy yo y también no lo soy, por eso se siente tan raro, descubrí que yo no era yo y también lo soy, pero el de enfrente también era yo y a la vez no.
Un gran monstruo, negro como la noche, se me aparece.
-No eres nadie y a la vez eres todo.-
-¿Por qué?-
-Por que eres el amo de tu universo, creaste un universo para ti solo pero no lo puedes disfrutar por que tienes que mantenerlo, tienes que sufrir para la eternidad, siempre sufriendo. Ser todo y nada.-
Me despierto agitado, sudando, todo había sido un sueño.
-¿Qué tienes?- me pregunto -------.
-Solo una pesadilla.-
-¿Qué era?-
-Un universo donde no podía estar contigo.-
Y volvimos a dormir.
lunes, 5 de abril de 2010
La niña y la estrella
Había una vez una niña solitaria a la que le encantaba sumergirse en su mundo de sueños y fantasía, para hacerse ajena al mundo perdido que le rodeaba.
Un día la niña, mirando al cielo, descubrió una estrella mas brillante que las demás, ésta resplandecía de un modo distinto, inocente, y le encantaba.
Ella observaba y observaba noches enteras a su estrella especial, y un día se le ocurrió hablarle. Para su suerte, la estrella le contestó. -Su nombre era Adrián-. La niña encantada, le hablaba de tantas cosas que le ocurrían, y sueños que tenía, magia y fantasía inundaban su boca de palabras tan interesantes que a la estrella le encantaba escuchar.
La estrella también le contaba de él, sus sueños, sus deseos, y lo que le gustaba, y ésta estrella era muy peculiar pues su sueño era ser tan brillante que le causara impresión hasta a la Luna.
La niña muy extrañada, le explicaba que ya era lo que deseaba, que su brillo era inigualable a todos los que estaban a su alrededor, que ni si quiera el sol le parecía tan hermoso, tan fino, tan puro.
Adrián le creía a la niña, pero no estaba convencido de lo que decía, pues cuando se veía a sí mismo entre tantas luces de distintas formas que opacaban su belleza, además, de que nunca nadie se lo había dicho, no tenia por que creerlo.
La niña en cambio soñaba con ser princesa, y a comparación de Adrián -la estrella- ella jamás podría serlo.
Un día le contó esto a su amigo, le contó de su sueño, le contó de sus anhelos, le contó de su pasado, su vida, sus desdichas, de como observaba el mundo caer a pedazos mientras ella seguía sumergida en su mundo fantástico que nadie creía real, aquél mundo fantástico creado por ella y para ella en el cual se podía refugiar de todos los problemas que le rodeaban y la incluían, como su familia.
Adrián no podía creer que una niña tan pequeña pudiera tener tantas cosas que contar, y una historia tan singular y parecida, por lo que ambos se fueron tomando tanto aprecio como no lo tenía ningún otro par de amigos.
Después de muchas charlas, muchos juegos, y muchos sueños, los dos se quedaron perdidamente enamorados uno del otro, pero no se habían dado cuenta. Cuando Adrián lo descubrió se lo hizo saber inmediatamente, y la niña muy feliz afirmó sentir lo mismo por él.
Se quisieron muchísimo, se verían todas las noches, ya hablaban de si mismos, pero el encanto no duró mucho tiempo, pues Adrián no tardó en darse cuenta que no podía funcionar, así que por el bien de la niña se alejó, esperando que pudiera olvidarlo un poco y con el fin de él poder olvidarla a ella, encontró con quien salir durante su ausencia.
Un día el regresó, y a la niña, le dio muchísimo gusto verle, le vio igual de radiante, y diferente como la primera vez, solo que su querido amigo mantenía cierta distancia hacia ella, ya casi no quería hablar, y al cabo de un rato de insistir la niña le obligó a decirle lo que sucedía. Adrián le contó con dificultad que lo suyo no funcionaría, que Debian salir cada quien con su género, por lo que él había encontrado alguien mas.
La niña estaba tan triste, tan sola, y tan deprimida, que cuando era de noche y su estrella estaba ahí para saludarla ella fingía ser la misma de siempre, su mejor amiga, y fiel confidente de secretos, pero cuando Adrián se iba, rompía en llanto horas enteras hasta que conciliaba el sueño.
Un día decidida de demostrarle a Adrián que su amor no era equívoco, ni irreal decidió ir a buscarlo.
Se dirigió a el armario en donde se encontraba el botiquín de auxilios, lo abrió, e ingirió todas las pastillas y cápsulas que en él se encontraban, cayó en un sueño profundo, y jamás despertó.
Un día la niña, mirando al cielo, descubrió una estrella mas brillante que las demás, ésta resplandecía de un modo distinto, inocente, y le encantaba.
Ella observaba y observaba noches enteras a su estrella especial, y un día se le ocurrió hablarle. Para su suerte, la estrella le contestó. -Su nombre era Adrián-. La niña encantada, le hablaba de tantas cosas que le ocurrían, y sueños que tenía, magia y fantasía inundaban su boca de palabras tan interesantes que a la estrella le encantaba escuchar.
La estrella también le contaba de él, sus sueños, sus deseos, y lo que le gustaba, y ésta estrella era muy peculiar pues su sueño era ser tan brillante que le causara impresión hasta a la Luna.
La niña muy extrañada, le explicaba que ya era lo que deseaba, que su brillo era inigualable a todos los que estaban a su alrededor, que ni si quiera el sol le parecía tan hermoso, tan fino, tan puro.
Adrián le creía a la niña, pero no estaba convencido de lo que decía, pues cuando se veía a sí mismo entre tantas luces de distintas formas que opacaban su belleza, además, de que nunca nadie se lo había dicho, no tenia por que creerlo.
La niña en cambio soñaba con ser princesa, y a comparación de Adrián -la estrella- ella jamás podría serlo.
Un día le contó esto a su amigo, le contó de su sueño, le contó de sus anhelos, le contó de su pasado, su vida, sus desdichas, de como observaba el mundo caer a pedazos mientras ella seguía sumergida en su mundo fantástico que nadie creía real, aquél mundo fantástico creado por ella y para ella en el cual se podía refugiar de todos los problemas que le rodeaban y la incluían, como su familia.
Adrián no podía creer que una niña tan pequeña pudiera tener tantas cosas que contar, y una historia tan singular y parecida, por lo que ambos se fueron tomando tanto aprecio como no lo tenía ningún otro par de amigos.
Después de muchas charlas, muchos juegos, y muchos sueños, los dos se quedaron perdidamente enamorados uno del otro, pero no se habían dado cuenta. Cuando Adrián lo descubrió se lo hizo saber inmediatamente, y la niña muy feliz afirmó sentir lo mismo por él.
Se quisieron muchísimo, se verían todas las noches, ya hablaban de si mismos, pero el encanto no duró mucho tiempo, pues Adrián no tardó en darse cuenta que no podía funcionar, así que por el bien de la niña se alejó, esperando que pudiera olvidarlo un poco y con el fin de él poder olvidarla a ella, encontró con quien salir durante su ausencia.
Un día el regresó, y a la niña, le dio muchísimo gusto verle, le vio igual de radiante, y diferente como la primera vez, solo que su querido amigo mantenía cierta distancia hacia ella, ya casi no quería hablar, y al cabo de un rato de insistir la niña le obligó a decirle lo que sucedía. Adrián le contó con dificultad que lo suyo no funcionaría, que Debian salir cada quien con su género, por lo que él había encontrado alguien mas.
La niña estaba tan triste, tan sola, y tan deprimida, que cuando era de noche y su estrella estaba ahí para saludarla ella fingía ser la misma de siempre, su mejor amiga, y fiel confidente de secretos, pero cuando Adrián se iba, rompía en llanto horas enteras hasta que conciliaba el sueño.
Un día decidida de demostrarle a Adrián que su amor no era equívoco, ni irreal decidió ir a buscarlo.
Se dirigió a el armario en donde se encontraba el botiquín de auxilios, lo abrió, e ingirió todas las pastillas y cápsulas que en él se encontraban, cayó en un sueño profundo, y jamás despertó.
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